¿Cuál es el poder positivo de las emociones negativas?
A lo largo de nuestra vida vivimos múltiples conflictos emocionales: sentimos miedo, inseguridad, a veces ira, culpa, desánimo o incluso ansiedad. Consideramos que todas esas emociones son negativas. Pero lo negativo es lo que resta, y toda emoción puede ayudarte a conocerte y crecer. ¿Cuál es el poder positivo de las emociones negativas?
Hablar de emociones negativas o de controlar emociones negativas es algo habitual. Sin embargo, el mero hecho de considerar que existen una serie de emociones que de por sí son negativas, implica que no hemos comprendido bien cómo funcionan nuestras emociones.
Uno de nuestros errores más habituales a la hora de entender y gestionar lo que sentimos es aferrarnos a esas emociones y creer que tenemos la razón sobre lo que está ocurriendo.
Nos dejamos llevar por el miedo, la inseguridad, la ira, la culpa o el desánimo. Estas emociones son claramente desagradables y limitantes, y con el tiempo, si son demasiado intensas, frecuentes y duraderas, puede acarrearte un problema constante que te ocasione malestar, angustia e incluso ansiedad.
¿Cómo salir de esos estados emocionales? El primer paso es que entiendas que las emociones negativas o desagradables no son el problema, sino que sentirlas puede ser incluso útil. El problema es cómo entiendes y gestionas esas emociones.
En este artículo vamos a ver en qué consisten realmente esas emociones, cómo te afectan, y sobre todo, cuál es el poder positivo de las emociones negativas para ayudarte a superar el problema. Vamos a por ello.
La importancia de las emociones en nuestra vida y relaciones
Uno de los motivos más habituales para solicitar una consulta psicológica o vivir un proceso de cambio es vivir con problemas emocionales. Demasiado miedo e inseguridad, discusiones que no terminan, o sentir demasiada pereza o desánimo.
Cuando comenzamos a vivir un proceso de aprendizaje y descubrimiento personal, resulta muy interesante ver cómo esas emociones no son realmente el problema. De hecho, pensar que esas emociones son el problema y tratar de vivir sin ellas solo hará que te conozcas cada vez menos y construyas una realidad ficticia que tarde o temprano se desmorona.
Si tratamos de vivir relaciones solo según sensaciones agradables, la relación se tornará en superficial y nos resultará difícil conectar, abrirnos o confiar.
De la misma forma, vivir solo de forma hedonista nos aleja de aprendizajes esenciales en nuestra vida. Vamos a ver por qué.
Las emociones negativas no son realmente negativas
Sí, aunque sea difícil de entender este es un aprendizaje esencial. En mi trabajo como psicólogo y coach, trabajar con las emociones de las personas a las que acompaño es una tarea diaria. Siempre lo digo: cualquier proceso de cambio que vivas, sea lo que sea, se quedará cojo si no trabajas con tus emociones de forma profunda.
¿Por qué? Sencillamente porque somos seres emocionales. Cada segundo del día vivimos según un estado emocional.
Las emociones te influyen en todo: en tus decisiones, en tus interpretaciones sobre lo que ocurre, en tu comunicación, en tus valoraciones, incluso en la percepción que tienes sobre la otra personas.
La función de las emociones desagradables
Lo segundo que tenemos que aprender es que las emociones negativas realmente no lo son, ya que tienen una función de ser, por lo tanto, son realmente positivas (lo negativo es lo que no sirve para nada). Esta tendencia a hablar de emociones negativas procede de nuestro mundo digital, donde rápidamente los términos se utilizan cada vez más.
Suelo decir que el término desagradable me parece más adecuado. No existen las emociones negativas, sino las desagradables. Sin embargo, esas emociones desagradables tienen una motivación, surgen por algo: por tu interpretación sobre lo que ha ocurrido y sus acciones.
¿Cuál es entonces el poder positivo de las emociones negativas? Informarte sobre cómo tú entiendes y gestionas las situaciones. Y este valor es incalculable, ya que te ayuda a protegerte, a conocerte, y a iniciar cambios que mejoren tu bienestar y relaciones personales.
Vamos a ver ahora cuál es el valor positivo de cada emoción desagradable (al menos de las más importantes y frecuentes). Aunque, como en casi cada artículo que publico, todo esto te lo cuento en un vídeo. Así es casi como si estuviéramos en una primera sesión.
Dale a Play para ver el vídeo (más abajo continúa el artículo en texto por si prefieres leer ahora).
El valor de la expresión emocional (el poder positivo de las emociones negativas)
Vamos a ver cuál es el valor positivo de cada emoción desagradable.
Miedo
El miedo es una emoción desagradable y paralizante, relacionada con la supervivencia. Esta emoción es la que más nos condiciona, limita y perjudica nuestras relaciones y decisiones. Sin embargo, el motivo es porque su misión es la más importante de todas: protegerte, tanto tu vida como tu propio autoconcepto. El miedo siempre trata de protegerte según lo que tú interpretas que es peligroso, te vulnera u ofende. Su valor positivo es protegerte. Si no sabes entenderla y gestionarla, te limitará demasiado en tus relaciones, puntos de vista y decisiones. Si aprendes a gestionarla, te ayudará a establecer límites y vivir con más seguridad.
Inseguridad
La inseguridad es miedo en relación a tus propias capacidades. Sientes inseguridad cuando no sabes si vas a poder afrontar un suceso (una ruptura, un nuevo reto, un primer día de trabajo, una conversación difícil, etc.). La inseguridad es limitante si la gestionas de forma disfuncional. Si sabes gestionarla, te ayuda a vivir con prudencia y adaptación ante las situaciones nuevas. Esto te ayuda a aprender y a desarrollarte. Vivir con seguridad absoluta es imposible, además de irreal e inmaduro.
Ira
La ira es una emoción inútil si su intensidad es alta, es muy frecuente o duradera (lo cual la transforma en rencor, frustración, incluso odio). El valor positivo de la ira es hacerte saber que algo no te gusta y que quieres cambiarlo. Esto es algo positivo si lo que quieres cambiar depende de ti, o a su vez, si te ayuda a plantear ciertos límites en tus relaciones. Sin embargo, es una emoción totalmente desgastante si lo que tratas de cambiar o controlar son factores externos, como la conducta libre de los demás. La ira implica miedo a perder el control. Es una forma de miedo activo. Su valor positivo es conocer tus límites.
Culpa
La culpa es miedo a que tus acciones hayan podido causar malestar en los demás o que pueda causarlo. Sobrepasamos nuestros límites por la culpa. Es una emoción limitante y desagradable que condiciona mucha de tus conductas (sobre todo en tu comunicación y decisiones). El valor positivo de la culpa es la responsabilidad: saber qué conductas quieres cambiar de ti porque han podido afectar a otras personas. Lo importante es que sea algo consciente por tu parte, que tú decidas.
Desánimo
El desánimo suele ser una consecuencia de vivir con demasiado miedo y ansiedad, así como llevar demasiado tiempo sin vivir con recompensas por tu parte (mediante acciones que te hagan sentir bien, es decir, no se trata de recompensas o valoraciones externas). El valor del desánimo es ayudarte a entender que debes dejar de luchar contra lo que no te corresponde, descansar y aplicar cambios que te ayuden a mejorar lo que sientes y vives.
Estas son las emociones desagradables más habituales y que más nos limitan. He dejado fuera la ansiedad ya que es un estado de miedo generalizado, muy intenso y habitual en nuestro día a día (si esta es tu dificultad, haz clic aquí para leer el artículo más completo que encontrarás sobre ansiedad: Ansiedad, el cambio más necesario»).
Este es el poder positivo de las emociones negativas. Ahora, se trata de aprender a gestionarlas para que, aunque sean desagradables, no te condicionen tanto.
Controlar las emociones negativas: un error emocional
A su vez, tratar de controlar emociones negativas implica que reprimes esas emociones, como si tratáramos de vivir sin ellas. Esto, a su vez, te impide conocerte, descubrir cómo las gestionas y cómo puedes gestionarlas de forma funcional.
El control de las emociones parte de la idea de que podemos controlar nuestro mundo emocional, cuando el hecho de que seamos seres emocionales implica que nuestras emociones son automáticas, imprescindibles, y que por lo tanto, no se pueden controlar (de ahí que controlar sea igual a reprimir).
El término más adecuado y que más nos ayuda es aprender a gestionar nuestras emociones.
Ahora, ¿cómo puedes gestionar esas emociones para que no sean tan intensas, frecuentes y duraderas?
El cambio que necesitas está en tus decisiones
La única forma de conseguir cambios en tu vida está en ti. Por más que consideres que los demás te lo ponen difícil o son el problema, no podemos controlar lo que ocurre fuera ni los comportamientos de los demás. Además, la visión que tenemos sobre los demás o sobre lo que ocurre depende de tus interpretaciones, siempre subjetivas, y a su vez esas interpretaciones dependen de tu estado de ánimo.
No, no podemos cambiar el mundo, ni a las personas ni al contexto. Sin embargo, un cambio en ti hará que cambie todo lo demás: tus interpretaciones, tus sensaciones, tu forma de relacionarte, vincularte, expresarte y vivir. En lugar de vivir con tanto miedo e inseguridad, ira, culpa o desánimo, vivir con más aceptación, confianza y seguridad.
Aprender a entender y a gestionar lo que sientes es el punto de partida para que todo lo demás cambie. Esa será la decisión que implique un antes y un después en lo que te ocurre y en cómo lo vives. Un aprendizaje que se quedará contigo para siempre.
Si quieres agendar una primera sesión conmigo, siéntete libre para hacerlo. En esta primera sesión nos conocemos, profundizamos en tu problema y vemos cómo podemos resolverlo de forma estable. En mi caso, no acompaño solo con eventuales sesiones (esto no funciona cuando tenemos dificultades emocionales) sino cada día, de forma constante y sin límite de consulta, para cada necesidad que tengas. Además, contarás con herramientas semanales y sesiones.
Te envío muchos ánimos, ilusión y compromiso. Cualquier duda, puedes contactar. Recuerda que todo cambio es posible si nace en ti.
Gracias por pensar en ti,
Rubén (Psicólogo y coach)