Síndrome del impostor: ¿qué es? ¿Cómo superarlo?
Me imagino que lo habrás oído mil veces: el famoso síndrome del impostor, una dificultad moderna que parece cada vez más común entre personas que no se creen lo que están haciendo. ¿Pero es realmente un síndrome?
El síndrome del impostor es una de esas dificultades psicológicas y emocionales que aparecen en nuestro moderno mundo digital. Hace relación a un conjunto de características (ante todo miedo e inseguridad) de una persona cuando siente que no tiene las capacidades para hacer lo que está haciendo (un proyecto, un determinado puesto de trabajo, etc.).
En resumen: la persona no se lo cree, cree que está siendo un auténtico impostor, y se siente mal.
Vamos al grano: no, realmente no existe ningún síndrome del impostor desde un punto de vista psicológico. Sin embargo, sí existe una dificultad relacionada con el miedo y la inseguridad. En este artículo vamos a ir hacia la raíz del problema para que, si esto te pasa, puedas resolverlo desde hoy.
Lo que voy a contarte en este artículo está basado en mi experiencia como psicólogo y coach acompañando a personas en procesos de cambio prácticos y profundos (aquí puedes leer sus testimonios). Las personas que tenían esta dificultad lo resolvieron y en este artículo voy a decirte cómo. Vamos a por ello!
Qué es el síndrome del impostor: nada que ver con un «síndrome…»
En primer lugar, es importante que entiendas que el síndrome del impostor es un concepto moderno sin base científica. Es decir, no hablamos de un síndrome real, sino de un problema psicológico y emocional al que popularmente se le llama «síndrome».
Un síndrome es un conjunto de características que tiene una persona de forma estable y que implica que debe hacer una adaptación muy personal al entorno.
Pero el síndrome del impostor… no es nada de esto, porque ni esas características son estables (es decir, deben cambiar), ni debe adaptar nada.
Cuando hablamos de este problema, hace relación a personas que sienten miedo e inseguridad acerca de sus propias capacidades (en un trabajo, proyecto, una relación de pareja…), de tal forma que creen que están siendo impostores, es decir, que no se merecen el lugar o experiencia donde están.
¿A qué te suena esto? A ningún síndrome, sino a miedo e inseguridad. Vamos a profundizar más.
Características reales
Las características del famoso síndrome del impostor ya demuestran que no es ningún síndrome, ya que todo esto puede cambiar gracias a tu propio trabajo personal. vamos a verlo con más detalle.
Miedo e inseguridad
El miedo y la inseguridad son dos emociones válidas, que nos protegen y previenen de situaciones para las que no estamos preparados o nos sentimos vulnerables. El problema con estas emociones es cuando las gestionas de forma disfuncional y terminan por ser demasiado intensas, frecuentes y duraderas.
En el síndrome del impostor existe demasiado miedo e inseguridad. Tememos fallar, lo que piensen los otros, hasta tal punto que nos cuestionamos si realmente estamos preparados para afrontar una relación, un proyecto o un evento.
En función de cómo lo gestiones (si de forma evitativa o afrontando pequeños pasos) tu forma de sentir esas emociones cambiará.
Comunicación opaca
Si tu comunicación es opaca o poco asertiva, te transmitirás la sensación de que estás siendo impostor o impostora. Con una comunicación poco asertiva no decimos lo que pensamos, queremos, podemos o no podemos. La sensación será como si vivieras con una máscara.
Expectativas
Si tienes expectativas concretas sobre lo que quieres que pase, finalmente no se cumplirán y terminarás sintiendo que estás impostando. Porque las expectativas son, en realidad, una forma de validación del miedo.
Tenemos expectativas para validar si nuestros miedos e inseguridades se cumplen. ¿Qué ocurriría si actuaras para afrontar experiencias y sin dejarte llevar por expectativas?
Comparaciones
Compararte demasiado con los demás te lleva a modelos y procesos a los que no perteneces, y por lo tanto, siempre sentirás que pierdes y eso te hace sentir impostor.
Las comparaciones son también sistemas de miedo para valorarte en función de un modelo externo que no podemos controlar.
Locus de control
Finalmente, el locus de control define tus aprendizajes. Si has aprendido (o más bien escuchado) a lo largo de tu vida que vas a fallar o ciertas experiencias son demasiado peligrosas, sentirás miedo e inseguridad.
El locus de control hace relación a cómo atribuyes los resultados. Si piensas que lo que te ocurre es solo por buena suerte y a los demás es por sus esfuerzos, terminarás también por sentir que estás impostando.
Estas son las características principales, y pueden resumirse en un problema psicológico y emocional relacionado con cómo gestionas tus emociones y tu propia percepción sobre ti y sobre lo que ocurre. Ahora bien, ¿cómo podemos resolverlo de forma estable?
Cómo dejar de creer que impostas
Si sientes que eres un impostor o impostora porque crees que no tienes las suficientes capacidades o que no te mereces lo que te ocurre (en el trabajo o relaciones), la buena noticia es que no existe un síndrome del impostor real sino que es un conjunto de dificultades que sientes ahora y que pueden cambiar si el cambio se da en ti.
¿Cómo conseguirlo? No se trata de seguir consejos o tips, ya que lo que te ocurre es un aprendizaje que mantienes cada día a través de numerosas ideas, interpretaciones, y sobre todo acciones (esos detalles concretos que hace que el problema se repita).
Se trata de vivir un proceso de cambio profundo y práctico, donde lo que aprendas te ayude para solucionar esto pero también en el futuro.
Vamos a ver las claves más importantes para solucionar el llamado síndrome del impostor.
Gestionar tus emociones
El problema principal no es con el miedo y la inseguridad, sino con la forma en la que entiendes y gestionas esas emociones. A su vez, estas emociones se relacionan con otras (culpa, frustración, incluso ansiedad y desánimo con el tiempo).
Para conseguirlo, primero tenemos que descubrir cómo gestionas tus emociones ahora. De esta forma, descubriremos qué haces para provocar que esas emociones tengan una determinada intensidad, frecuencia y duración, e iremos así a la raíz del problemas.
Gestionar tus emociones no solo te ayudará a superar el síndrome del impostor, sino a vivir con más bienestar y seguridad en ti.
Contar con un plan de acción
La única forma de conseguir el cambio que necesitas es contar con un plan de acción concreto que te lleve de cómo te sientes ahora a un estado de mayor aceptación y confianza.
Todo cambio real llega en nuestra vida a través de la acción. Con el plan de acción (que podemos ir adaptando con el tiempo) conseguimos ir a lo concreto y solucionar el problema de raíz.
Esto no es en lo absoluto incompatible con «fluir», sino que ambos conceptos son necesarios: fluir para adaptarnos a las situaciones, pero también pasar a la acción para construir cambios.
Autoestima funcional y estable
Trabajar con la autoestima se hace imprescindible en este caso. Pero no se trata de «subirla» o creer que puedes conseguirlo todo (esto es un castillo de naipes que tarde o temprano caerá), sino de construir una autoestima funcional y estable, donde tu bienestar dependa de ti y aceptemos también resultados que no nos gusten (sin que eso afecte a tu visión sobre ti).
Conseguir que tu autoestima funcione es posible si lo trabajamos de forma integral: en relación a tus emociones, forma de relacionarte, sistema de creencias, etc.
No es un síndrome, sino una dificultad temporal
El famoso síndrome del impostor no es entonces algo que no puedas solucionar, sino una dificultad que proviene de tus aprendizajes, interpretaciones, y ante todo de cómo entiendes y gestionas lo que sientes y ocurre.
Solucionarlo pasa por vivir un proceso de cambio personal profundo y práctico, donde consigas aplicar los cambios que necesitas y a la vez trabajar con todas las partes de tu personalidad: autoestima, relaciones, sistema de creencias, incluso con tu forma de comunicarte.
Para que un proceso (de cambio o terapéutico) funcione es necesaria la constancia y el apoyo. Por este motivo mi forma de acompañar es constante, cada día, para cualquier necesidad que tengas y sin límite de consultas.
Es decir: me puedes consultar lo que necesites en cualquier momento. Además, trabajaremos con sesiones y con herramientas semanales.
El primer paso es agendar una primera sesión exploratoria. En esta sesión, que puedes tener desde casa, nos conocemos, vemos qué ocurre y cómo podemos solucionarlo. Te envío muchos ánimos!
Gracias por pensar en ti,
Rubén Camacho
Psicólogo y coach