Empoderamiento humano

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Represión emocional o afectiva, ¿por qué nos pasa? ¿Cómo solucionarlo?

La represión emocional o afectiva es esa tendencia que tenemos de intentar controlar o incluso bloquear lo que sentimos en momentos donde nos sentimos vulnerables. Por ejemplo, tras un conflicto de pareja, aunque sea leve, muchas veces nos reprimimos y no mostramos nuestro afecto porque pensamos que, si lo hacemos, nos volveremos más vulnerables. Esta forma de sobreprotección, lejos de protegernos, nos limita y genera mayores dificultades emocionales a largo plazo. Entonces, surge la pregunta: ¿por qué nos ocurre esto? Y, sobre todo, ¿cómo podemos solucionarlo de manera estable y duradera?

El ser humano es, ante todo, un ser afectivo, social y emocional. Nos vinculamos con los demás mediante la apertura, la confianza y también la vulnerabilidad. Sin embargo, el miedo a resultar heridos nos cohibe de forma importante. Cuando hablamos de represión emocional o afectiva, en realidad estamos ante un problema relacionado con la gestión de emociones. No expresamos lo que sentimos, lo que necesitamos, lo que nos molesta, o incluso nuestro afecto más genuino, por miedo e inseguridad frente a la reacción del otro.

Este tipo de dificultades generan una espiral: aumentan nuestra inseguridad y, con el tiempo, provocan un distanciamiento emocional hacia las personas con las que nos vinculamos. Finalmente, esto puede desembocar en desánimo, apatía o incluso en rechazo hacia nuestras propias relaciones personales.

En este artículo vamos a profundizar en cuáles son las causas de esta represión emocional y, sobre todo, cómo podemos superarla. Todo lo que leerás está basado en mi experiencia directa en terapia, acompañando a personas que tenían esta dificultad y que lograron resolverla con procesos sostenidos y prácticos. Si quieres leer algunos testimonios de estas personas, puedes hacerlo aquí.

Ahora, continuemos con el artículo: ¿de dónde viene esa represión emocional o afectiva y cómo podemos salir de ella?

Las consecuencias de reprimirnos

La represión afectiva no es solo una forma de protección; tiene consecuencias concretas y palpables en nuestra vida emocional y social. Entre las más habituales encontramos:

Nos aislamos de las relaciones: cuando reprimimos lo que sentimos, terminamos manteniendo una distancia emocional frente a los demás. No compartimos nuestras emociones, y como resultado, nos sentimos solos incluso cuando estamos acompañados. Esto genera un círculo vicioso de soledad y desconexión afectiva.

No somos asertivos ni expresamos lo que queremos: la represión afecta nuestra capacidad de comunicación. Nos cohibimos al pedir lo que necesitamos o al marcar límites, y como consecuencia, nuestras relaciones se vuelven menos auténticas y satisfactorias.

Se deteriora la confianza: la incapacidad de expresar nuestras emociones genera desconfianza en los vínculos. Tanto nosotros como los demás percibimos una barrera que nos impide conectar de manera genuina.

Aumenta la vulnerabilidad: aunque tratemos de protegernos, la represión emocional paradójicamente aumenta nuestra sensación de fragilidad. Al no exteriorizar lo que sentimos, las emociones negativas se acumulan y se intensifican, haciéndonos sentir más inseguros y expuestos.

Ansiedad y desánimo: con el tiempo, la acumulación de emociones no expresadas puede derivar en ansiedad, estrés o incluso en un profundo desánimo frente a la vida y las relaciones personales.

Te dejo el vídeo de Youtube donde reflexionamos sobre esta dificultad (el artículo continúa más abajo).

Causas de la represión emocional o afectiva

La raíz de esta dificultad suele encontrarse en una gestión disfuncional de las emociones y de la comunicación interpersonal. Las emociones, incluso aquellas que percibimos como negativas —como el miedo, la inseguridad o la tristeza— son naturales y positivas en sí mismas. El problema surge cuando no sabemos cómo manejarlas de manera saludable.

A menudo, tenemos una percepción distorsionada de lo que los demás piensan de nosotros y vemos los vínculos como frágiles o inestables. Para evitar sentirnos juzgados o rechazados, reprimimos lo que realmente sentimos. Sin embargo, esta estrategia solo refuerza los miedos y la inseguridad, creando un círculo de evitación que incrementa el problema.

En muchos casos, esta forma de represión proviene de experiencias pasadas donde fuimos juzgados por ser expresivos o vulnerables, o de relaciones tempranas caracterizadas por la incertidumbre y la falta de seguridad emocional. Estas experiencias nos enseñan que ser vulnerables puede ser peligroso, y aunque nos protejan momentáneamente, a largo plazo limitan nuestra capacidad de conexión con los demás.

Soluciones: aprender a expresarnos desde nuestra vulnerabilidad

Superar la represión afectiva no es solo una cuestión de “romper barreras” momentáneamente, sino de desarrollar aprendizajes y prácticas sostenibles que nos permitan conectarnos con nosotros mismos y con los demás. En terapia, esto se aborda a través de varios pasos fundamentales:

Descubrir cómo entiendes y gestionas tus emociones actualmente

Antes de cambiar la manera en que te expresas, es necesario conocer cómo sientes, interpretas y manejas tus emociones en el día a día. Esto te permitirá conectar mejor contigo mismo y entender qué bloqueos existen.

Aprender a comunicarte de forma asertiva

Expresar lo que quieres, lo que no quieres, lo que puedes o no puedes hacer, es clave para construir relaciones honestas y equilibradas. La asertividad te ayuda a poner límites claros y a mostrar tu afecto de manera genuina, reduciendo la ansiedad asociada a la represión.

Trabajar con tu sistema de creencias

Muchas veces nos limitan ideas internas sobre lo que está bien o mal sentir, o sobre cómo los demás nos percibirán. Identificar y cuestionar estas creencias nos permite actuar con mayor libertad emocional y reducir la autocrítica excesiva.

Contar con un plan de acción específico

Más allá de la reflexión, es fundamental tener estrategias prácticas para enfrentar situaciones emocionales difíciles. Habitualmente trabajamos con un plan de acción específico en una sesión, que esté adaptado a ti y a tus posibilidades, para ir poco a poco pero directos hacia el cambio que necesitas.

Profundizar en todas las partes de tu personalidad

La represión afectiva no afecta solo a las emociones. También impacta la comunicación, los valores, las creencias, la identidad y el carácter. Trabajar de manera integral sobre todos estos aspectos permite un cambio estable y duradero.

Claves para solucionarlo en terapia

La clave para superar la represión emocional no está en sesiones aisladas, sino en acompañamiento constante y sostenido. En mi experiencia, este proceso se desarrolla de la siguiente manera:

Ofrezco compañía constante, de modo que la persona pueda consultar cualquier duda o sentir en cualquier momento, sin esperar a la próxima sesión.

Profundizamos en lo que ocurre en cada situación emocional, para que el aprendizaje sea estable y significativo, no solo un cambio momentáneo.

Trabajamos de manera práctica, desarrollando soluciones concretas y aplicables a la vida cotidiana.

El objetivo no es que la persona cambie su esencia o se transforme en alguien diferente. Se trata de ser más tú mismo, con una expresión más liberada, que te permita conectar mejor contigo y, por ende, con el mundo que te rodea. Un cambio estable no es una transformación momentánea, sino un aprendizaje profundo que acompaña durante toda la vida.

Superar la represión emocional o afectiva es un aprendizaje

Vivir con represión afectiva, especialmente en un área tan sensible como las relaciones personales o de pareja, puede limitarnos a largo plazo en distintos contextos. No se trata de que estés “mal”, sino de que has aprendido ciertas formas de gestionar tus emociones que, con el tiempo, descubres que no te benefician.

Superar esta dificultad requiere conocerte a ti mismo y vivir un proceso de cambio profundo y práctico. Este aprendizaje no solo impacta tus relaciones personales, sino que se extiende a otros ámbitos de tu vida, incluso el laboral.

Si es lo que quieres, recuerda que puedes agendar una primera sesión conmigo en este enlace.

En esta sesión nos conocemos, profundizamos en tu caso (ya que cada persona es un mundo) y encontramos soluciones para que puedas comenzar con tu proceso y así experimentar los cambios que quieres y te mereces. Lo haremos cada día, con apoyo y curiosidad, para que sea un cambio estable. Un proceso de cambio y terapia no es solo una experiencia temporal para afrontar un problema, sino una experiencia vital que nos ayuda durante toda nuestra vida.

Te espero entonces en esa sesión.

Gracias por pensar en ti,
Rubén
Psicólogo y coach

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Rubén Camacho Zumaquero

Psicólogo y coach

Puedo ayudarte

Si quieres solucionar lo que te ocurre, agenda una sesión conmigo para conocernos, encontrar una solución estable y comenzar con tu proceso de cambio personal

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