Estilos de apego: ¿continúan en la vida adulta?
Los estilos de apego son una de las ideas a través de las cuales vivimos nuestras relaciones de pareja. Es muy habitual que en consulta psicológica, al iniciar una terapia, una persona me diga:
“Rubén, tengo un problema. Tengo un estilo de apego ansioso y eso me dificulta mis relaciones”.
O también:
“Rubén, mi problema es que tengo una pareja con estilo de apego evitativo”.
Hoy día vivimos en la era de la sobre información. Existen tantas redes y contenidos que las personas, a través de sus búsquedas y preocupaciones, terminan sobre informándose y creyendo saber lo que les ocurre. Creer tener un estilo de apego determinado o que tu pareja lo tiene es muy habitual. A pesar de creer saber lo que les ocurre, este supuesto estilo de apego les genera malestar y angustia.
Pero… ¿realmente estos estilos de apego son reales? Esta teoría se basa en experimentos realizados con niños. Si estos estilos de apego se encuentran en la infancia, ¿realmente continúan en la vida adulta? ¿Estás construyendo tus relaciones según un estilo de apego ansioso, evitativo o desorganizado? ¿Es ese el origen de tus dificultades?
En este artículo vamos a profundizar para ir más allá de toda esa sobre información. Veremos en qué consisten los estilos de apego, si realmente son ciertos, si se mantienen en la vida adulta y cómo superar esas dificultades.
Todo lo que vas a leer está basado en la experiencia directa en consulta y terapia psicológica (si quieres leer testimonios reales, puedes hacerlo en este enlace).
El origen de los estilos de apego
Los estilos de apego son las conclusiones de una serie de estudios realizados con niños y niñas hace muchas décadas. Se presupone que nuestra forma de vincularnos con los demás (especialmente en la pareja) depende de cómo nos hemos relacionado con nuestra madre. El experimento se realizaba de la siguiente forma.
Una madre con su hijo entraba en una habitación con juguetes. Posteriormente la madre salía y dejaba al niño solo. Se observaba si el niño lloraba o, por el contrario, no se sentía afectado por la marcha de la madre. La madre finalmente regresaba y se observaba si el niño se sentía seguro al verla y dejaba de llorar o, incluso, continuaba llorando al verla.
Las distintas reacciones de los niños dieron lugar a estos estilos de apego (que, como dije, fueron las interpretaciones de los investigadores). Concluyeron que existían estos estilos de apego.
- Apego Seguro: niños que se sienten seguros en la presencia de la madre porque sienten que sus necesidades son satisfechas.
- Apego Ansioso: cuando existe una inseguridad permanente, tanto si la madre está presente como si se ha ido
- Apego Evitativo: se prefiere evitar el vínculo como sistema de protección
- Apego Desorganizado: Combina comportamientos de ansiedad y evitación
Ahora bien, ¿se prolongan estos estilos de apego hasta la vida adulta y condicionan nuestras relaciones?
Tendríamos que preguntarnos algo más importante antes: ¿realmente estos estilos de apego son ciertos?
Vamos a cuestionar el experimento y las teorías para ayudarte a ver más clara cuál es tu situación y dificultad real.
Cuestionando la teoría
En Psicología no existen verdades absolutas. Las investigaciones están también limitadas por la época y el contexto. Lo que sabemos que funciona se conoce desde hace mucho tiempo: respeto hacia la subjetividad de la persona, descubrir cuál es el problema y tratar de aplicar cambios, siempre con atención a cómo pensamos y cómo gestionamos nuestras emociones.
Una relación, especialmente las de pareja, son pura emoción, vínculo y también dificultad. Al ser una experiencia incontrolable (ya que supone un vínculo con otra persona), surgen los mayores miedos e inseguridades. En ocasiones tenemos ciertas dificultades emocionales que existen pero no nos incomodan, hasta que se reflejan en una relación de pareja.
¿Quiere decir esto que es un problema de apego? En lo absoluto. Vamos a cuestionar estas teorías.
Los estilos de apego son teorías o ideas (no verdades absolutas) basadas en investigaciones con niños. A su vez, podemos cuestionarlas. Te pongo un ejemplo.
Un ejemplo para entender
Imagina un niño o niña que, al entrar en esa habitación, se enfoca en los juguetes (que llaman mucho su atención). No parece estar interesado en su madre. Cuando la madre se va, el niño o niña no reacciona ante ello. Cuando regresa, tampoco presta atención a su madre, aunque no la rechaza. Continúa enfocado en los juguetes. ¿Qué estilo de apego tiene este niño?
Te he descrito el comportamiento habitual de un niño o niña con una fuerte tendencia a la introversión (que hace décadas era juzgado o etiquetado como un problema) o incluso una persona autista. En ambos casos podrán ser personas que construyan relaciones sanas. Sencillamente, su enfoque se dirige hacia el objeto de interés profundo.
Los seres humanos somos muy diversos y enfocamos nuestras relaciones también de forma diferente según nuestro carácter. Además, estas teorías tienen un enfoque (habitual en aquel tiempo) donde se consideraba a la madre la responsable de todas las dificultades (esta es una idea que bebe de corrientes psicoanalíticas).
¿Entonces no hay estilos de apego?
En conclusión: cuando estas investigaciones tuvieron lugar aún desconocíamos mucha evidencia actual acerca del procesamiento de la información, el neurodesarrollo, y también aún pesaban ideas juiciosas sobre el papel de la mujer en la crianza.
¿Quiere decir esto que la teoría de los estilos de apego es incierta? No. Esta teoría explica ciertos comportamientos, pero no tienen por qué explicar lo que a ti te ocurre ahora.
Hagamos un resumen: ¿Por qué seguimos manteniendo estas teorías?
Principalmente es por tres razones.
Morbosidad: Nos atrae la idea de categorizar nuestros problemas.
Sobreinformación: La abundancia de información nos lleva a etiquetarnos de forma rígida.
Culpa a la Madre: Arrastramos un problema cultural que atribuye la culpa del desarrollo a la figura materna.
Vamos ahora a tratar de entender qué nos ocurre realmente en nuestras relaciones y cómo poder resolverlo.
El conflicto en las relaciones
Las relaciones, especialmente las de pareja, son una de las experiencias más complejas de nuestra vida. Al ser un vínculo que nos une desde la intimidad pero no podemos controlar, surgen los mayores miedos e inseguridades.
En mis más de 15 años acompañando a personas en procesos de cambio y terapia, he conocido casos de personas con un desarrollo y crianza totalmente segura y, a su vez, tenían dificultades en sus relaciones adultas. También existen casos de personas con dificultades con sus vínculos de apego (madre o padre) pero podían desarrollar vínculos positivos en la vida adulta.
La evidencia en terapia nos dice algo bien distinto a lo que creemos: el estilo de apego con la madre no lo es todo ni define nuestra vida. Sin embargo, cuando creemos esto, esa mera creencia ya forma parte del problema, ya que nos limita.
Es cierto que el vínculo de apego con la madre es crucial en las primeras etapas de la vida, pero no es el único factor. Existen otros aspectos como el contexto cultural, las experiencias personales y las formas de procesar emociones que también influyen en nuestras relaciones adultas.
¿Qué nos causa tantas dificultades en las relaciones?
Te dejo aquí un vídeo donde te explico en primera persona el contenido de este artículo (el texto continúa más abajo).
Más Allá de las Etiquetas
La idea de que tenemos un estilo de apego específico puede limitarnos. En la vida adulta, los patrones de relación se desarrollan en función de cómo hemos gestionado diversas situaciones con el tiempo.
Si creemos que el problema radica únicamente en lo que vivimos de niños, nos quedamos estancados. Es esencial enfocarnos en cómo gestionamos nuestras emociones y situaciones actuales. Voy a contarte qué dificultades descubrimos que existían detrás de estos supuestos «estilos de apego».
Apego Ansioso: cuando una persona decía tener esta dificultad, tenía un problema concreto a la hora de gestionar ciertas emociones, como el miedo, la inseguridad, la ira o la culpa. Una dificultad de este tipo se puede desarrollar con los años y no tener relación con nuestros vínculos de apego principales en la infancia.
Apego Evitativo: esta dificultad puede reflejar problemas para comunicarnos, así como miedo e inseguridad. Sin embargo, también existían percepciones de evitación cuando, en realidad, las personas solo estaban necesitando cierto aislamiento para sentirse mejor.
Es fundamental entender que estos estilos no deben ser usados como etiquetas fijas, sino como puntos de partida para explorar nuestras emociones y mejorar nuestras relaciones.
Las 3 ideas más importantes
Te dejo como resumen las 3 ideas más importantes de este artículo:
La teoría del apego, aunque interesante, proviene de investigaciones antiguas que no consideran la diversidad emocional y las experiencias individuales en la vida adulta, lo que puede limitar nuestra comprensión de las relaciones.
Es fundamental salir de las etiquetas y categorías que nos imponemos (como estilos de apego) y enfocarnos en nuestra propia subjetividad y experiencias, ya que cada persona tiene una historia y emociones únicas que deben ser abordadas en terapia.
Un proceso terapéutico efectivo requiere cambios prácticos en cómo nos comunicamos, gestionamos nuestras emociones y construimos nuestra autoestima, en lugar de aferrarnos a teorías que nos definen de manera rígida.
Mejorar nuestras relaciones de forma estable
Uno de los principios más fundamentales de la terapia es respetar la subjetividad de la persona. Cuando pensamos que tenemos un estilo de apego X nos estamos limitando. Cuando profundizamos en lo que ocurre, vemos qué emociones existen detrás y cómo las gestionamos, podemos iniciar cambios que realmente supongan una transformación en nuestras relaciones.
Existen personas que tuvieron una relación segura y adecuada con su madre o padre e igualmente desarrollan estas dificultades. Por esta razón debemos centrarnos en el ahora, en cómo enfocas tus relaciones ahora, en cuáles son las dificultades reales y resolverlas desde tu propio aprendizaje personal.
Para conseguirlo, es también muy beneficioso que la compañía sea más constante y no solo con sesiones (más eventuales). En mi caso, acompaño cada día, sin límite de consulta (para así poder trabajar con lo que ocurre en el mismo día), así como con herramientas semanales y sesiones.
De esta forma, profundizamos más en lo que ocurre, vemos en detalle cada área de tu personalidad (sistema de creencias, autoestima, comunicación, gestión de emociones, etc.) y podemos aplicar cambios que te funcionen no solo en tu relación actual, sino a largo plazo.
Si es lo que quieres, recuerda que puedes agendar una primera sesión conmigo en este enlace. En esta sesión podremos descubrir qué ocurre y cómo resolverlo. Te envío muchos ánimos y sobre todo apertura y confianza.
Gracias por pensar en ti,
Rubén Camacho