Empoderamiento humano

síndrome-de-procusto

Síndrome de procusto: una realidad cada vez más frecuente en el trabajo o en la familia

Los seres humanos somos seres sociales, además de afectivos y emocionales. En nuestras relaciones sociales, amistosas, de pareja y en el trabajo encontramos vínculos íntimos, autoconocimiento, bienestar, y también las mayores dificultades. El llamado síndrome de Procusto es una muy habitual. ¿Qué es el síndrome de Procusto? ¿Cómo te afecta? Y sobre todo: ¿cómo puedes evitarlo o liberarte de él (si te ocurre a ti)?

Cuando hablamos del síndrome de Procusto es habitual pensar que se trata de una persona que te opaca en el trabajo y no te deja crecer. Vemos al otro como un malvado, o lo peor, una «persona tóxica» (una forma de pensar de nuestro mundo digital que realmente no nos ayuda a mejorar nuestras relaciones, sino a alejarnos aún más del aprendizaje que necesitamos).

Lo que vas a encontrar en este artículo es algo diferente… vamos a profundizar en el síndrome de Procusto no viendo al otro como un enemigo, sino para entender en qué consiste, por qué ocurre y cómo superarlo. También vamos a verlo con más apertura, porque las actitudes típicas del Procusto no se encuentran solo en el trabajo, sino en las relaciones de pareja, amistades o incluso familia. Vamos a por ello.

El mito de procusto (y cómo funciona en nuestra realidad)

¿En qué consiste el síndrome de Procusto? ¿De dónde viene ese nombre tan raro?

Procusto (también llamado el estirador o el avasallador en la mitología griega) era un bandido que daba posada en su casa de las colinas. Cuando llegaba un nuevo huésped a casa, Procusto le procuraba una cama con unas medidas muy concretas. Cuando la persona dormía, Procusto les amordazaba y les ataba a las 4 esquinas de la cama.

Si la persona sobrepasaba la medida de la cama con la cabeza o con los pies, Procusto le cortaba esa parte del cuerpo para que encajara totalmente con las medidas de la cama. Si la persona era más baja que las dimensiones de la cama, Procusto les descoyuntaba el cuerpo para hacerlo más grande y que también encajara con las medidas de la cama.

Procusto quería que todo fuera a su medida y no respetaba las medidas ajenas. Algo así ocurre con el síndrome de Procusto.

Este síndrome hace alusión a cuando una persona opaca a otra, trata de limitarla o controlarla, con el objetivo de que no sentirse sobrepasada u opacada por ella.

Me imagino que lo habrás pensado: «esto me ha ocurrido a mí…» (o a alguien que conoces).

Es algo muy habitual en el trabajo, pero también ocurre en otros contextos. Vamos a ver cuáles son.

Procusto en el trabajo

El síndrome de Procusto se relaciona ante todo con el trabajo. Suele ocurrir cuando un par (compañero o compañera de trabajo) o alguna persona con un cargo superior en un sentido jerárquico, trata de opacar tu trabajo, negar tu talento, minusvalorarte… en resumen: trata de que te ajustes a su cama.

Esto puede ocurrir con diversas conductas: mecanismos de control (impedir de destaque tu trabajo), transmitir una mala impresión sobre ti, apropiarse de tus ideas, etc.

Esto se aplica a las clásicas situaciones en las que una persona obliga a otra a trabajar «según lo estipulado», y suele expresarse con frases como «es así como se ha hecho siempre y así ha de hacerse», «esto no está permitido», «esto se hace así y no hay más que hablar».

​En un sentido profesional, el síndrome de Procusto hace referencia a las personas que habitualmente luchan por impedir el crecimiento de los demás. Pudiéramos definirlo como el «anti-liderazgo». Y por extraño que parezca… es más común de lo habitual.

Todo esto ocasiona un estancamiento en el desarrollo de las personas, además de perjudicar el bienestar y la convivencia.

Pero ojo, esto no se trata de que miremos al otro como al malo de la película. Observa también si en alguna ocasión tú has podido comportarte de forma similar…

Procusto en la familia

El síndrome de Procusto se refleja en la familia cuando existen intentos constantes por controlar las decisiones y actitudes de los demás, siempre bajo un deseo de sobre protección y la idea de que es lo correcto y adecuado para los demás.

Es natural por parte de la familia tratar de proteger y cuidar a los demás. Sin embargo, cuando el cuidado se transforma en sobre protección también se anulará la autonomía de la persona, su capacidad para tomar decisiones propias y construir su propio bienestar.

Para vivir en bienestar necesitamos ante todo autonomía y autoconocimiento. Esto no es posible cuando nos desarrollamos bajo sobre protección.

El procusto familiar se suele dar cuando se trata de condicionar en extremo las decisiones, cuando se establecen relaciones condicionales (por ejemplo: «si haces esto tendrás todo mi apoyo, pero si no, te lo retiraré…») o cuando se trata de influenciar en la visión que tenemos sobre los demás o sobre la vida (porque eso implicaría una salida del sistema familiar, lo cual conlleva la pérdida de control del Procusto).

Pero cuidado: como te dije, esto no se trata de culpar a los otros… Vamos a ver cómo solucionarlo, pero antes…

Procusto en la pareja

El síndrome de Procusto también puede ocurrir en nuestras relaciones interpersonales (amistades) y especialmente en la pareja, que es el vínculo de relación interpersonal más íntimo y por lo tanto condicionante que existe. En la pareja se da el Procusto cuando el bienestar de uno consiste en opacar al otro. La autoestima del procusto crece cuando su valoración está vinculada al menosprecio del otro, siendo este sistema habitual.

A su vez, un sistema de crítica y sobre protección también lleva a opacar a la persona, ajustándola así a la «cama» del Procusto. Este tipo de sistemas pueden ocurrir de forma muy sutil y pausada, de ahí que sea difícil detectar cuándo está ocurriendo (cuando somos conscientes, ya somos parte de ese sistema).

Ahora… ¿qué es lo que hace que este síndrome de Procusto aparezca en estos contextos?

La realidad psicológica detrás del procusto

Hoy día vivimos en la era de la sobre información, donde los principios más fundamentales de la Psicología se desprecian. Nos hablan constantemente de que el otro es el culpable. Pero esto en realidad nos aleja a una comprensión profunda sobre lo que ocurre y nos impide mejorar nuestras relaciones interpersonales (un aspecto básico del bienestar humano).

Las personas que se comportan según el síndrome de Procusto, en realidad, no tienen ningún «síndrome», porque no existe este problema desde un punto de vista biológico. Sencillamente son personas que han aprendido a comportarse de esta forma, y esto es algo que le puede ocurrir a cualquier persona.

Estas son algunas de sus características.

Relación basada en el miedo

Cuando no sabemos entender y gestionar ciertas emociones, como el miedo y la inseguridad, las personas suelen tender a mecanismos de control. Pero los seres humanos no podemos controlar nuestro contexto y a las personas, de ahí que se genere aún más miedo. Por esta razón, estas personas tienen a tratar de opacar a las personas con las que sienten que tienen influencia (de ahí que ocurra en la pareja, familia, o por parte de personas con cargo superior en el trabajo).

El procusto siente que si pierde el control, perderá también su poder, su estatus, y con ello, su seguridad y bienestar básicos.

Autoestima disfuncional

Cuando la autoestima funciona según comparaciones, se trata de opacar al otro para destacar. Pero esto no es una autoestima «alta»,

libros-desarrollo-personal
libros-desarrollo-personal

ya que la autoestima no funciona así (suelo decir que la autoestima no es alta ni baja, ni puede ganarse o perderse, sino que es funcional o no).

Una autoestima que no funciona suele depender de comparaciones, exigencias, juicios de valor, etc. Si esta es la forma habitual de construir autoestima por parte del procusto, tenderá a opacar al otro.

Locus de control

El Locus de control es un término en Psicología que alude a cómo asumimos responsabilidades sobre lo que ha ocurrido. El Locus de control puede ser interno o externo, según quién o qué creemos que es responsable sobre lo ocurrido.

En el Procusto, se tiende a pensar según un Locus de control interno para los propios logros, y uno externo para los logros de los demás (es decir, yo me esfuerzo, pero tú tienes suerte). Esto nos genera miedo y nos lleva a querer opacar al otro.

Así es cómo funcionan los procustos, pero… ¿qué hacemos con ello?

Solución al síndrome de Procusto (si lo vives o si lo padeces)

La solución al síndrome de Procusto no es pensar que existen personas así y que son nuestras enemigas, sino entender que son características habituales que pueden presentarse en cualquier persona.

Si tú sientes que te relacionas con un procusto…

En este caso, tu aprendizaje consiste en aprender a ser consciente de cuáles son los límites que quieres poner y establecerlos. Una comunicación asertiva y empática también es imprescindible. Los límites no son negativos, sino que te ayudan a transmitir lo que quieres, lo que no quieres, lo que puedes, lo que no puedes, etc, y construir así relaciones más interdependientes.

Por supuesto, también es importante saber gestionar tus emociones (los miedos e inseguridades que surgen cuando planteamos límites claros).

Si tienes esta dificultad y quieres aprender a construir una autoestima que te funcione, sabes que puedes agendar una primera sesión exploratoria y vemos cómo lo puedes resolver mediante tu propio proceso de cambio personal.

Si sientes que el procusto puedes ser tú…

En primer lugar, enhorabuena por ser consciente de tu dificultad y querer superarla. Esto ya te da un valor impresionante.

Tu proceso de cambio consistiría, ante todo, en aprender a gestionar las emociones que te llevan a esas conductas, construir una autoestima funcional (donde tu bienestar dependa de ti, no de factores externos) y en trabajar con un plan de acción concreto para mejorar tus relaciones interpersonales.

Las relaciones humanas son complejas, y aprender a compartir de forma libre nos ayuda a crecer mutuamente.

Agenda tu sesión si es lo que necesitas, y ante todo, te envío muchos ánimos si vives una situación así en cualquier contexto.

Gracias por pensar en ti,
Rubén

coach-personal

Rubén Camacho Zumaquero

Psicólogo y coach

Puedo ayudarte

Si quieres solucionar lo que te ocurre, agenda una sesión conmigo para conocernos, encontrar una solución estable y comenzar con tu proceso de cambio personal

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que tengas la mejor experiencia de usuario. Si continúas navegando estás dando tu consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pincha el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies